En abril de 2002, el Distrito del Ensanche de Barcelona me encargó fotografiar los aspectos que, desde mi punto de vista, resumían mejor lel Ensanche. Este encargo tenía su antecedente en las fotografías que había hecho en el año 1982 de la zona del Ensanche Monumental. Veinte años más tarde me proponían fotografiar la totalidad del Ensanche decidiendo según mi criterio qué imágenes hacer para plasmar sus caracterísitcas principales.
Mi propuesta consistió en fotografiar calles, casas, aceras, chaflanes, interiores de manzana, edificios de referencia, lugares de reposo y ejes de viandantes. Pensaba que, de este modo, quién no lo conociera podría hacerse una idea de los principales aspectos del barrio.
Me parecía importante captar unas imágenes que habitualmente no están al alcance del ciudadano. Tras darle vueltas, encontré el hilo conductor: hacer las fotos desde las casas, desde el interior. El Ensanche desde el Ensanche. Haría fotos de las calles desde los balcones, las ventanas y las terrazas que culminan los edificios. A partir de ahí, necesitaba pedir direcciones a las que pudiera acceder en todos los barrios del Ensanche. Y así, con aquella lista inicial, empecé a hacer las fotos.
Me faltaba, además, tomar unas cuantas decisiones básicas. Tenía claro que quería trabajar con cámaras de formato medio y con trípode. Preferí la opción de la transparencia de color y descartar el blanco y negro.
Desde los interiores fotografié calles, interiores de manzana divididos en pequeños patios, ropa tendida, galerías soleadas de gran plasticidad que no estaban al alcance del ciudadano. Surgían imágenes inesperadas, un mar que devenía cercano desde las terrazas, edificios monumentales que dialogaban entre sí: la Casa de les Punxes con la Sagrada Familia, etc. En definitiva, tenía la oportunidad de contemplar un paisaje distinto del que se ve al nivel de la calle.
Los pasajes y los chaflanes disfrutaron de un trato especial. Fotografié los chaflanes directamente desde la calle, siempre desde el mismo punto de vista, buscando arquitecturas diferentes y una luz que no incidiera en la fachada. No quería sombras. En cuanto a los pasajes, los tomé a dos tercios de su longitud y que resultara evidente que desembocaban en una calle principal.